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LECTURAS

La extraña desaparición de Esme Lennox

 

No sólo resulta terrible desaparecer. Lo peor es que nadie te eche de menos. Esa es la conclusión a la que llego tras la lectura de esta novela de Maggie O´Farrell. La autora pone de manifiesto una realidad escalofriante en la que como casi siempre las mujeres son las víctimas. Supongo que debieron existir muchas Esmes, olvidadas y borradas del mapa genealógico de las familias. Como si nunca hubieran existido, como si su simple recuerdo fuese una mancha vergonzosa.

¿Por qué debe leerse esta novela? Sobre todo por que no se olvide a las mujeres como Esme. Mujeres especiales, que en lugar de ser entendidas, fueron apartadas de todo su mundo de la forma más cruel que podamos imaginar, una manera que sólo habita en nuestras pesadillas. La lectura de esta obra es una forma de justicia y de recuerdo, de reparar aunque sólo sea moralmente el gran daño que experimentaron las mujeres como Esme.

Desde el punto de vista literario, la novela presenta una trama muy bien diseñada. Las voces de distintos personajes van entrando en escena, componiendo un mosaico que al principio parece confuso. Después, la historia se aclara, se torna atractiva, adictiva incluso, pues comienza a dibujarse la imagen aunque no estén colocadas todas las teselas. La lectura no resulta fácil ya que algunos personajes cruzaron la línea de lo que se considera cordura.

Los personajes están perfectamente dibujados. Algunos de ellos, como Alex e Iris bien merecerían otra novela para desarrollar su historia. En su caso, la culpa -qué raro, verdad- es la que no les deja avanzar, y caminan a ciegas, realizando elecciones erróneas, sabiendo en lo más profundo de su ser que se equivocan, sólo por hacer lo correcto, lo que se espera de ellos.

Desde aquí os animo a emprender esta lectura y este viaje, a que no la abandonéis, que le deis una oportunidad al trabajo de la autora. Merece la pena. También os animo a no hacer aquello que se espera de vosotros, sino lo que reamente deseáis y pensáis que es justo. Ese camino resulta doloroso, pues en muchas ocasiones se consigue el rechazo de los seres más queridos, pero es el único posible para no traicionarse a uno mismo. Y es que sólo tenemos una vida, y no podemos perderla vegetando en una farsa con la que no nos identificamos.

Inglaterra no es sólo Londres

Sí, lo sé, soy una pesada. Y me he estado conteniendo para no escribir sobre el Drácula de Bram Stoker. Supongo que si no hubiera visto con mis propios ojos los paisajes que describe Stoker no habría leído la novela. Hubiera sido una lástima. Tan sólo por la descripción de Whitby ya merece la pena. Son apenas unas páginas que coinciden exactamente con lo que se puede contemplar hoy día. Hay que dar gracias a los ingleses por haber conservado tan bien esas ruinas -aunque parezca una paradoja-. En lo que no estoy de acuerdo con el autor es con la escalera. Él mantiene que no es empinada y que resulta fácil ascender por los numerosos escalones. A mí y a mi amiga nos pareció que tenía bastante pendiente. Durante esos días tuve bastantes problemas con el asma, y me costó mucho salvar el desnivel que separa la iglesia y la abadía del pueblo de pescadores.

Las protagonistas femeninas de la novela se marchan a tomar el té a Robin Hood´s Bay. A nosotras también nos llevaron a tomar el té allí.

Lucy viaja a Londres en tren desde Hull y llega a King´s Cross. Nosotras hicimos lo mismo. Podíamos haber volado vía Manchester, pero decidimos ir en tren.

Si vuelvo a Inglaterra, regresaré a Whitby, y procuraré dormir allí -espero no coincidir con los fans de Stoker-. Aunque caminamos junto a la inglesia y el cementerio no tuvimos tiempo de sentarnos y disfrutar del paisaje e imaginar...

Cerca de York, se encuentra la casa de las hermanas Brönte. Fue una lástima de carecer de tiempo para visitarla. Será cuando vuelva a Inglaterra.

Por cierto, el unicornio aparece fugazmente en un trailer de la última película de Harry Potter.

Cometas en el cielo

Khalel Hosseini no me ha defraudado. Al igual que Mil soles expléndidos, esta novela, que ya fue llevada al cine, me ha trasladado a ese lugar que sólo conocemos por los atentados y porque se nos pinta como refugio de terroristas. Gracias a Hosseini, sabemos que no todo Afganistan son los talibanes, y que a través de las últimas décadas la población está sufriendo una opresión terrible, de rusos, integristas islámicos, y los que vengan. Pues me temo que como se queden solos las diferentes facciones y etnias, que tienen muchas cuentas pendientes, no se conformarán con que la paz se instale en tan machacado país. El autor nos enseña cómo fue Afganistán antes de que destruyeran su esencia y lo sembraran de niños huérfanos.

La novela también es un alegato a la amistad, de nuevo el mismo tema que impregnaba cada página de Mil soles expléndidos. Esta vez entre dos niños de etnias distintas. Y también es un libro sobre la culpa. El personaje protagonista arrastra una culpa inmensa que atenazará todos sus movimientos hasta que el destino le ponga en bandeja una oportunidad de redimirse. Una oportunidad para perdonarse a sí mismo.

Termino este libro y comienzo otro que ha salido recientemente, leí su reseña en alguna revista y hoy lo he sacado de la biblioteca. Se titula: La extraña desaparición de Esme Lennox, y es de Maggie O´Farrel. La autora incluye dos citas al comienzo de la novela, la primera de Emily Dickinson, un poema en el que dice algo así "En esto, como en todo,/ prevalece la mayoría./ Asiente y te considerarán cuerdo./Disiente, y de inmediato serás peligroso/ y atado con cadenas". Una gran verdad. Pero la segunda me ha llegado al corazón, por aquello de que soy la loca de las conexiones. Es de Edith Wharton: "Yo no podría ser feliz a costa de una injusticia cometida contra otra persona. ¿Qué clase de vida cabría edificar sobre tales cimientos?" Eso es lo que le ocurre a Amir, el protagonista de Cometas en el cielo. Tiene la sensación de que ha construido su vida sobre arenas movedizas, porque se cometió una injusticia y no hizo nada para evitarlo.

Si se desea leer una historia que te transporte a otra cultura, con sus fiestas ancestrales, sus comidas, sus costumbres familiares; si desea conocer la historia del país que sólo conocemos porque tenemos allí soldados, soldados que han dado sus vidas en esa tierra extraña -y ya esa es una razón de peso- y, por último, si desea acompañar a unos personajes muy bien perfilados a través de su vida, este es un  libro que, sin duda, dejará huella. Un poso amargo, pero necesario, como el té negro y espeso que toman los protagonistas. Además, por si fuera poco, está muy bien escrito. ¿Qué más podemos pedir?

PARAÍSO INHABITADO

 

Con gran placer he devorado esta deliciosa obra de Ana María Matute. No sé muy bien si debería recomendarse para adultos o para niños. Tal vez lo ideal es que lo leyeran juntos una fría tarde de invierno bajo el cálido abrazo de una manta en el sofá. El libro me ha dejado sin palabras, porque las de la autora son tan bellas y están tan bien urdidas en una red de la memoria que resultaría un agravio romper su delicado encaje y analizarlas. Además de una prosa suave, rica en matices, fantasía y, aunque parezca imposible, de dura realidad, la obra recoge una historia de soledad, amistad y pérdida. Todas estas experiencias constituyen el aprendizaje de una niña que, como Peter Pan, se niega a crecer para ser engullida por el mundo de los Gigantes.

Todos hemos pasado, de un modo u otro, por las etapas de la niñez de la protagonista, Adri. Sólo que en su propia casa cohabitaban dos mundos inmiscibles, que se necesitaban el uno al otro para sobrevivir, aunque en clara desventaja para uno de ellos. Es ese mundo real, pobre y honrado el único que le aportará calor, y el imaginario, el que llenará de color sus noches. En este punto me siento muy identificada con la protagonista, pues yo también protagonizaba fugas cuando los demás dormían, pero claro todo ello pasaba a la hora de la siesta. Jamás he podido dormir a esas horas, y menos por obligación. Esas tardes se me hacían larguísimas y tan sólo la lectura de cuentos y libros mitigaba un tedio profundo que se repetía todos los veranos manchegos. Cogía mis zapatillas y me escapaba por la portada -por la puerta del patio-, para que mi abuela materna no me oyese. Después, con mucho miedo, cruzaba la carretera, y me presentaba en el taller de las costureras. Ellas cosían incluso en esas horas en las que era imposible respirar por el calor. Pero siempre me dejaban un rinconcito, una aguja y un poco de hilo para hacerle un vestido a mi muñeca.

Las noches en vela se quedaban para el piso de Barajas. Desde mi ventana abierta en las cortas noches del verano, veía las luces que arrojaban al cielo los aviones al despegar o al aterrizar. Me preguntaba dónde irían, jamás de dónde vendrían. Siempre que veo un avión me pregunto cuál es su destino, como si siempre quisiera escapar. Es como si tuviese en mis células un gen de huida, el mismo gen pudo impulsar al género humano a buscar otras tierras en lugar de anclarse en la suya propia. Recuedo las noches de insomnio de mi adolescencia en las que miraba el lejano mar desde la ventana de la cocina, en Cueto, junto a Santander. El reloj de la iglesia, mudo, cantaba el devenir de las horas nocturnas, y las luces de los barcos se desplazaban, lentamente. Apenas se adivinaba el límite entre la costa y el mar. Desde niña, tal vez desde que nací, conciliar el sueño no ha sido fácil. Quizás por esa razón, desde que recuerdo, no me duermo con las últimas páginas del libro que estoy leyendo, sino con los últimos retazos de la historia que construyo en mi cerebro. Historia que perfilo y pulo cada noche, con los mismos personajes, hasta que me resulta casi perfecta, y entonces el sueño se apodera de mi mente y nunca conozco el final de mi propio cuento. Esta forma de crear se ha convertido en una costumbre, y cada noche me cuento una historia capaz de arrancar de mi cerebro los suscesos negativos del día. Eso me permite entregarme libre de tristezas al abrazo esquivo del sueño.

Como les avancé, poco voy a decir del libro y mucho es lo que me ha sugerido. Es un libro que volveré a leer para capturar las numerosas frases que me han robado el corazón. Para reencontrarme con Adri, para volver a ser la Ana niña que contemplaba la noche y sus luces llenas de preguntas.

Indignación

Ese es el título de la nueva novela de Philip Roth, y también es indignación lo que siento cuando me entero de que renovarse el carnet de identidad puede convertirse en una auténtica pesadilla. Acabo de conocer dos casos de personas mayores a los que les ha sido imposible conseguir una cita. Primero te obligan a llamar a un 902, por lo que ya se estarán embolsando una pasta gansa. Después te entretienen preguntándote datos o diciéndote que toques teclitas del teléfono. A cierta edad, las tecnologías suponen un muro para nuestros mayores, de eso no parece percatarse nadie. Y al final terminan sin cita, pidiendo a alguien que llame por ellos o preguntándose qué hacer cuando por teléfono les dicen que la comisaria de su localidad está saturada, que se busquen otra. Como si uno supiera, por ciencia infusa, qué comisaria se encuentra más despejada.

Por otra parte, me encuentro rodeada por un botellón universitario. Hay más estudiantes bebiendo que protestando por Bolonia. Los que protestan por Bolonia no son estudiantes, sino jóvenes de los que se apuntan a todas las movidas antisistema. Tienen el vestíbulo de la facultad lleno de papeles, porquerías varias, y sacos de dormir que no se molestan en recoger. Así que sólo quedar surcar todo ese maremagnum de objetos y rezar por no tropezar con nadie. En cuanto al botellón, anoche la policía se dedicaba a poner multas a los coches pero no desalojaba a los que bebían y alborotaban impidiendo dormir a los vecinos.

Y lo que es más grave, unos niñatos sin conciencia ni moral tienen en jaque a la policía y a un montón de cuerpos de seguridad en la búsqueda de un cuerpo. Ignoro lo que habrá costado todo el operativo montado para Marta, pero deberían pagarlo los asesinos. Desde luego que no hay derecho a que maten a una persona, pero que encima, como dice el padre, se cachondeen de todo el mundo y, lo que es peor, de su familia. No sé, sencillamente es que es algo inconcebible.

Iba a escibir sobre la Indignación de Philip Roth. Pero me resulta difícil concentrarme en el tema profundo que trata la novela. Les recomiendo que lean el fragmento que aparece en El Cultural de El Mundo 13/3/09. Solo les adelanto que plantea la idea de qué experimentaría una persona tras su muerte. Nos ofrece la versión del protagonista, y es que su mente sigue en pleno funcionamiento, condenada a recordar y revisar todos los acontecimientos de su vida. El autor deja entrever que quizás sea ese el infierno. Por mi parte pienso que no estaría tan mal si tu vida ha sido aforturnada. Pero, ¿Qué le espera a una persona que ha pasado hambre, ha sufrido la guerra, la tortura, la violación o la humillación? No sé lo que habrá tras ese muro que todos atravesaremos, pero espero que no sea así. No por mí, que me puedo considerar una persona afortunada, sino por todas las personas cuya vida en sí ya es un infierno.

Me he puesto música para amortiguar los gritos de los estudiantes borrachos. Para no desentonar con el entorno he elegido a Amy Winhouse. Su música es maravillosa.

La dama y el unicornio de Tracy Chevalier

Otra lectura que no me ha defraudado lo más mínimo. Me gustaron muchísimo La chica de la perla y El azul de la virgen. Dos libros muy bien escritos, el primero indaga en los misterios de la creación artística, la autora intenta reconstruir los días y personajes envueltos en la gestación de ese maravilloso cuadro. El segundo es una historia desgarradora ambientada en las guerras de religión francesa, en las que un color podía significar la vida, pero también la muerte.

En la novela que acabo de leer la autora urde una trama, increíblemente bien resuelta, en la que nos muestra diferentes caras de un mismo cristal, facetas representadas por los personajes que ella inventa para explicar cómo pudo hacerse un tapiz. Pero no se trata del típico tapiz, He de reconocer que hasta ahora no me llamaban mucho la atención este tipo de manifestaciones artísticas. La obra me ha hecho cambiar radicalmente de opinión. la elaboración de un tapiz es tan sumamente compleja que parece un auténtico milagro. Ya sólo por eso merece la pena la lectura de La dama y el unicornio.

Por otra parte, sigo con mis coincidencias o conexiones, o como queramos llamarlas. Supongo que el hecho de que las arañas se hiciesen omnipresentes no es nada extraño, suelen convivir con nosotros desde que vivían en las cavernas tejiendo sus telas en las esquinas. Otra cosa muy distinta es un unicornio. y no es que me haya topado con ninguno, por desgracia. Hubiera sido una auténtica maravilla. Sino que tras leer este libro, tomé de la estantería el siguiente que quería leer: Paraíso inhabitado, de Ana María Matute. Y he aquí el unicornio, que sobre fondo azul, preside la portada de esta novela. y no se trata de un unicornio cualquiera, no, sino una reproducción de un tapiz del siglo XV. Entonces voy y miro las reproduciones de los tapices en la novela de Chevalier, pero no está este unicornio.  ¿Hay más tapices de unicornios? Supongo que sí. Habrá que echar un vistazo al Musée National de Moyen-Âge  de París (antiguo Musée de Cluny)

Supongo que iré encadenando lecturas, como se enlazan conversaciones. ¿A dónde me llevará El paraíso inhabitado?

Hija de la fortuna de Isabel Allende y el 8 de marzo

De vez en cuando, una necesita coger un libro con la certeza de que no le va a decepcionar. Justo lo que ha sucedido cuando he terminado Hija de la fortuna. Tenía pendiente esta lectura desde hace tiempo. No me ha defraudado lo más mínimo. La novela muestra un periodo de la historia en el continente americano, con el contraste de la vida en una ciudad chilena y en la emergente San Francisco. La autora elabora una tela de araña de personajes, entre los que destaca un médico chino. Aprovecha para introducirnos en la mentalidad de este pueblo, trabajador incansable, pero también extremadamente cruel con las mujeres.

Como siempre, Isabel Allede nos presenta personajes femeninos luchadores, que a su manera no se conforman con el papel que teóricamente debían desempeñar, como es el caso de la madre adoptiva de la propia protagonista,  que aparentemente resignada a una vida de apariencias esconde una actividad secreta en la que canaliza todo su mundo interior, abortado cuando sólo era una adolescente. La propia protagonista se llega a vestir de hombre para poder sobrevivir en el mundo sin ley que vibraba durante la fiebre del oro. Ella y el médico chino tratan de librar a las jóvenes chinas de su cruel destino. Llegaban al país tras ser vendidas por sus familias, y eran prostituidas hasta que morían de agotamiento. Su vida no significaba nada para nadie.

Hoy en día, gentes sin escrúpulos continúan con la explotación de las mujeres, las traen engañadas a nuestro país y a otros, las encierran en locales de carretera. Allí lo pierden todo.

¿Se habrán planteado alguna vez los hombres que se acuestan con estas mujeres cuál es el precio real de ese "servicio"?

¿Hasta cuándo el hombre seguirá pagando por tener sexo con una mujer sin importarle si está allí por voluntad propia?

Está claro que si los hombres rechazasen ese tipo prostitución, se acabaría con ella.

No es que quiera cebarme con los hombres, pero es que las mujeres, que yo sepa, nunca han explotado de ese modo a los hombres -corríjanme si me equivoco-.

Yo, que he tenido una vida feliz, progida en una burbuja de familia de clase media, en la que mis padres me dieron una educación y la opción de ser mi propia dueña, me espanto ante la idea de ser arrancada de mi casa o engañada y llevada a otro país para satisfacer los deseos de hombres sin corazón hasta que el cuerpo o la mente no puedan más.

Todavía nos queda mucho por hacer, muchas mentalidades que cambiar. Y aunque muchas mujeres tengamos un buen empleo, maridos que nos quieren y respetan, otras son consideradas una carga desde que nacen y son tratadas como mercancía sexual, o son maltratadas y asesinadas por sus compañeros.

Desde aquí os envío un abrazo a todas, no sólo hoy, sino todos los días del año. Y le doy las gracias a Isabel Allende, por crear esas maravillosas heroínas, en lugar de ceder a la literatura fácil de la chic-lit, que sólo pinta mujeres neuróticas, obsesionadas por el peso, las compras, las mejores amantes, y que terminan cada jornada agotadas, devoradas por sus propias obsesiones.

 

De nuevo Hopper

Vivimos tan deprisa que pocas cosas nos emocionan, casi no tenemos tiempo para conmovernos. Sin embargo, una sola imagen puede arrancarnos del estado de abotargamiento que nos invade tras la jornada laboral. Una simple reproducción de un cuadro. El cuadro en cuestión es "From Hopper´s hotel room", de Daniel Torres. El tíulo y el autor lo leí después de que mis ojos volvieran a caer hechizados por la imagen de la mujer con un libro entre las manos. Intenté plasmar los sentimientos de la mujer retratada, imaginar qué pasaba por su mente mientras la pintaban, en Diez cuentos para una exposición imposible (uno de los relatos que integra "Los versos de Ibn Abdüm y otros relatos"). De nuevo este cuadro, que añade otra perspectiva a la imagen original, me atrapa. El cuadro estará junto con otros que también aportan distintas perspectivas de otras obras bien conocidas, se puede contemplar en la galería A/34 de Barcelona. Y también en mi mente, porque el misterio no habita en el autor sino en saber qué lee esa mujer, apenas vestida, en una calurosa noche veraniega, en un hotel barato, sin importarle que otros contemplen su desnudez, absorta en una historia que también la ha seducido.

Entrevistas que llegan al corazón

Siempre hojeo los periódicos comenzando por la última página. Supongo que es una manía muy corriente desarrollada para llevar la contraria. Durante estos últimos meses hojeo -insisto, porque casi no me da tiempo a leer nada- varios periódicos al día debido a un proyecto que estamos llevando a cabo en el trabajo. Por esa razón, estoy empezando a conocer algunos de ellos que nunca habría abierto. Supongo que no estoy libre de prejuicios, en mi descargo diré que la falta de tiempo ma haya decantado hasta ahora por el más afín a mi pensamiento. Dicho esto, el día 22 de enero apareció en la contraportada de La Vanguardia una entrevista que me caló en el alma. Antonio Isasi-isasmendi, guionista, director y productor de cine, relataba su larga vida -82 años-, vida que supera en cualquier caso a cualquiera de sus magníficos guiones. Acaba de publicar sus memorias (Los días grises,  Ed. Aguilar) y en ellas desgrana una increíble historia, comenzando por la de su madre y la suya propia.  A su madre la casaron a los 17 años con un industrial catalán, el cual parecía estar enamorado de otra, y en lugar de tenerla como amante, se llevó a su mujer -una adolescente- a Argentina y la abandonó allí. De ser cierto, me parece algo atroz. No puedo ni imaginarme qué puede sentir una muchacha de 17 años abandonada en otro país en los "felices" años 20. La mujer salió adelante y no le fue mal del todo hasta que un golpe del destino la volvió a tambalear. El mismo guionista ha tenido una vida azarosa y también el destino se ha cebado con él hasta en dos ocasiones.

Les recomiendo que busquen la entrevista en alguna hemeroteca, o en su defecto que lean sus memorias. Él mismo podría haberlas llevado al cine, porque su historia es mucho más intensa que muchas otras que pueblan las carteleras. Sin embargo entiendo que no lo haya hecho aún. Las historias que contamos son invenciones, matizadas a veces con pinceladas de algún personaje secundario real, una ambientación que conocemos bien, pero existe cierto pudor a mostrar lo más íntimo por extraordinario que pueda parecer a los otros. Esos episodios vividos se quedarán para los que los protagonizaron, porque son demasiado hermosos para ser distorsionados en una pantalla, o tal vez se plasmarán en unas memorias, para que no se pierdan cuando los demás van desapareciendo y ya no quede nadie para recordar. A veces pienso que resulta conveniente poner los recuerdos en su sitio, porque se corre el riesgo de que el tiempo los decolore y los desubique, dudando qué fue real y qué fue soñado.

 

 

La libertad de los sueños...

La carcel de los recuerdos,  de Carlos Bolinaga.

Aunque Carlos se presente públicamente como un modesto escritor y prefiere ser reconocido como un apasionado lector, la verdad es que es un autor bastanate prolífico. Nos ofrece su segundo libro de relatos: historias oníricas hilvanadas mediante hermosas citas literarias. A través de ellas, el lector recorre el mismo periplo de lecturas que el autor, el cual nos muestra el camino a otros libros por descubrir. Así, cada cuento esconde un regalo y una promesa, si es que no se conoce la obra citada.

Como dice Bolinaga, los sueños son libres, de ahí que nadie deba escandalizarse por los sueños de los protagonistas -en muchas ocasiones, premonitorios- en los que la mujer y el sexo son temas recurrentes. Pero también, como en su obra anterior, Carlos se revela como un amante del pensamiento libre, y no renuncia a poner sobre la mesa las desigualdades sociales o los problemas que acucían diariamente a los mortales.

El libro despierta sonrisas, guiños y reflexiones. Cada cuento es una píldora que nos ayuda a hacer llevaderos los problemas cotidianos, eso sí, sin efectos secundarios.

Desde el ciberespacio, envío al autor un abrazo, ya que no podré acompañarle en la presentación el día 29.

Te deseo que disfrutes de ese día con tu familia y amigos.

 

Al sur de la frontera al oeste del sol

Este es el título de otra novela de Murakami. Carece del halo intimista de Tokio Blues, y aunque no deja de estar teñida de melancolía no es tan desesperanzada. A veces, como lectora, tengo la tentación de identificar al autor con los personajes que crea, a sabiendas de que no es cierto del todo y de que no nos gusta que nos comparen con nuestras criaturas. No obstante, encuentro paralelismos sin apenas buscarlos. Los dos personajes principales son jóvenes, amantes del jazz, de la lectura, de las noches y de las mujeres. Al menos en este último la obsesión del protagonista son unas mujeres peculiares, como una de los personajes de Buñuel. Se me ocurre una frivolidad, perdónenme. Tal vez, a los hombres les fascinen las cojas porque no pueden escapar.

Dicha la maldad, sólo puedo decir que la novela se lee muy bien, aunque no me ha seducido tanto como Tokio blues. No obstante, persistiré en el universo de Murakami para seguir buceando en la condición humana.

SARAMAGO

Reciéntemente leí un artículo en El Mundo sobre Saramago acerca de su última novela El viaje del elefante. Transcribo aquí la frase que a propósito de la escritura de la misma dice: "Son las novelas las que deciden cómo tienen que ser escritas". Estoy de acuerdo con él. Aunque no tengo ni el talento ni la disciplina necesarios para acometer la gran empresa de escribir una novela, sí que he escrito una novela corta (Los versos de Ibn Abdüm). Durante el proceso sentí como la propia historia me arrastraba, los personajes parecían tener vida propia y yo era una mera transmisora de sus sentimientos y peripecias. Sigo pensando que tal vez sea posible la vieja metáfora de Platón en La caverna de las ideas. En este caso, en lugar de ideas son las novelas, los cuentos, los poemas, los que habitarían en un mundo luminoso y paralelo. Un universo al que sólo tienen acceso directo los medium de la literatura, los escritores. Y a través de ellos, el resto de los humanos podrían acercarse a ese lugar en el que todo es posible.

Supongo que los que opinan que para escribir se necesita talento y trabajo dirán que sólo escribo sandeces. El talento es una faceta más de la inteligencia. Se nace con él, se potencia, se cuida para que fructifique o bien se pudre si no se sabe cultivar. Pero no tiene nada que ver con otra dimensión ajena a la nuestra.

¡Qué quieren que les diga! Los científicos siguen descubriendo partículas dentro de partículas que se creían indivisibles, y hasta dentro de esas partículas parecen habitar las cuerdas, que guardan el secreto de todas las dimensiones posibles. Como decía José Carlos Somoza en ZIg Zag, si se manipulan las cuerdas se pueden manejar esas dimensiones, y tal vez esa sea la puerta de entrada a ese hipotético mundo. No obstante, prefiero quedarme con las visiones parciales y fugaces que me llegan y permiten que perpetre algún relato.

Por mi parte, leeré a Saramago, uno de los magos que nos hacen soñar y temblar con otros mundos posibles (como en El ensayo sobre la ceguera).

conexiones 2

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El otro día charlaba con una amiga que me había prestado La montaña mágica, de Thomas Mann. Le decía que el libro me superaba. Me parecía que estaba muy bien escrito, pero que no conseguía engancharme. Todo buen lector parece haberlo leído, por lo que me quejé ante mi incapacidad y mi desidia. Ella me contestó que tal vez no era el momento más adecuado en mi vida para leer dicha novela, sin embargo sí que apareció en la suya en un momento en el que se identificaba plenamente con sus personajes y el ambiente. Yo le hablé de las excelencias de Tokio Blues, que me había enganchado desde la primera página. Y mira por donde, el personaje Watanabe, que suele narrar los acontecimientos de su vida acompañándolos de la cita del libro que lee en esos instantes, anuncia que está leyendo La montaña mágica. Lo que viene después, no lo cuento no sea que alguien desee leer a Murakami. Pero la verdad es que me ha animado a retomar esa lectura que pretendía abandonar, al menos temporalmente. Si a Murakami le fascina tanto como para escribir -y no digo más- inspirado en dicha obra me parece que tendré que leerla. ¿Qué tiene esa novela, tan extremadamente larga, en la que no hay practicamente acción? Además de estar muy bien escrita, cosa que no niego. Supongo que yo, simple mortal, no soy nadie para prejuzgar tan magna obra y debo opinar tras finalizar su lectura. Sería bueno, además, realizar el mismo recorrido literario que Watanabe. Así que desde aquí me comprometo a terminarlo, eso sí, cuando Wakanabe cese de contarme su historia.

Tokio Blues

Se acortan los días. Lejos de entristecerme pienso que el proceso terminará en algún momento y se invertirá para regalarme más horas de sol. Sigo emocionándome con lecturas como Tokio Blues, de Murakami. Es curioso como a veces pensamos que personas tan aparentemente ajenas a nuestra cultura son distintas. He de decir que lloré con la primera página de la novela. Las palabras de Murakami parecían brotar de mi propio banco de recuerdos, como si ambos compartiésemos un mismo pasado, como si hubiéramos vivido los mismos segundos de suprema intensidad y belleza. Después, en una película británica que acabo de ver, retratan con su peculiar sentido del humor pasajes de una vida que podría haber sido la mía, y, de nuevo, los sentimientos eran tan idénticos que daban escalofríos. Supongo que nos creemos el ombligo del mundo, que lo que pasa por nuestra mente es exclusivo y único, sólo nuestro. El arte es capaz de reconciliarnos con los otros, con los que también sufren o gozan en algún momento de sus vidas. Y así, mientras la oscuridad domina sobre la luz, vuelvo mis ojos a las palabras y transito como Wakanabe, a veces sin saber por qué, pero caminando, respirando, comiendo, estudiando, sin esperar que me sorprenda el destino, maravillándome con sus sospresas, disfrutando con el mero hecho de hacer una tarta de manzana y compartirla con mi pareja.

NO SON SÓLO PALABRAS

Bajo este sugerente título se esconde un libro luminoso. El adjetivo se encuentra plenamente justificado cuando abres el ejemplar por cualquiera de sus páginas y el azul del mar parece escaparse del papel, las olas acunan las palabras, que parecen escritas por seres entrañables y sabios como las estrellas de mar. Javier Gil ha recogido en este volumen, bellamente ilustrado por los alumnos de Autismo Burgos, muchos de los cuentos con los que nos ha alegrado la vida estos años. Cuentos que además de una sonrisa provocan una reflexión. Pero lo que más me maravilla es la falta de pudor de Javier Gil para hablar de amor. Y no lo hace de forma superficial, sino con todo el peso de la palabra y con una sencillez que descoloca y seduce. Cuesta mucho hablar de amor, y mucho más en primera persona. Pero el lo resuelve de un modo natural, como natural es el hecho de amar por mucho que lo queramos vestir de lagarterana. Solo me resta recomendar encarecidamente su lectura. No defraudará.

Carne de yugo de Ramón Peñacoba

De nuevo Ramón Peñacoba nos regala una historia escrita desde el corazón, cuya prosa cuidada y suave fluye y no decae a lo largo de las páginas. No es otra historia más de preguerra. Como lectora de Peñacoba puedo atreverme a decir que es una novela de personajes, que como en Morir de azul, podrían perfectamente aparecer en otro marco histórico y en otra cultura. Además de ese gusto por el momento histórico, el libro deja de nuevo el sabor épico de personajes nobles y duros. Y también la guerra es otro elemento recurrente que surge con toda su crudeza. La novela me atrapó desde el principio, casi me vi inmersa en las pesadas tareas cotidianas de las gentes del campo para luego ser arrastrada por los acontecimientos que sacuden sin piedad a la población protagonista de la historia. En definitiva, una gran novela muy bien narrada que no os dejará indiferentes. Seguro que cuando recorra el Páramo de Masa me parecerá ver a un grupo de hombres, mujeres y niños segando, y esa bandera que de forma tan ingeniosa y significativa marcaba la situación del excusado.

El perfil de la serpiente

Matilde Sedano Galerón acaba de publicar su opera prima con este sugerente título, una novela calificada de género negro y que a mí me ha hecho pasar un rato estupendo. Como no sé mucho de geografía, hasta que leí la novela no había oído hablar de  la ciudad brasileña en la que transcurre gran parte de la trama: Curitiba. Ciudad tan bien descrita que parece que una acaba de pisarla cuando ha cerrado el libro. También he encontrado, hojeando una revista dominical, el siguiente dato: Curitiba es la sexta ciudad del mundo en caminar deprisa. Esta noticia no me habría impresionado tanto -más bien nada-, si no hubiese leído esta novela, que nos dibuja una ciudad bellísima, salpicada de hermosos parques, de la que una puede salir por unas carreteras que flanquean playas a bordo de un descapotable -a ser posible rojo-. Pero en esta novela no todo es de color de rosa, y no sólo trata de Brasil, sino que retrata a dos personajes heróicos, que se enfrentan llenos de coraje a la vida aunque ésta sólo les muestre su cara más cruel. Otros personajes secundarios, no menos interesantes, se hacen querer por el lector al estar cargados de una gran humanidad.

La prosa de Matilde Sedano es suave y precisa, no cae en artificios innecesarios, y fluye como un río de aguas cantarinas. Sólo me resta decir que esta obra me ha pasar momentos muy agradables y quedará en mi memoria con la última frase, que como una joya pone el broche final de una forma muy elegante.

Carta a Don Juan

Bajo ese título se recogen los cuentos completos de Carmen Laforet. La editorial palentina Menoscuarto nos ofrece otra obra deliciosa que con el título de uno de sus cuentos nos devuelve, plena, viva y llena de frescura a la autora de Nada. Carta a Don Juan es una pequeña maravilla, vibrante y sorprendente. Algunos relatos son inéditos y han sido rescatado de diversas publiciones de los años cincuenta. No voy a hablar más de ninguno de ello, aunque he de confesar que casi todos me han emocionado. No dejen de leerlos. Es un auténtico regalo.

LIBROS POR LEER

 Como me produce pavor perder la lista de libros que deseo leer voy a dejarla en el ciberespacio, y de paso, puede que a alguien le sirva a la hora de elegir una lectura.Como seguro que ya habéis leido alguno de ellos, si queréis dar vuestra opinión pinchad en "comentar".

1. Alquimia. Ciencia y pensamiento a través de los libros. Secretariado de publicaciones de la universidad de Sevilla. 15 euros. Secpub6@us.es 954 487 447.
2. El ocaso de los superhéroes. Deborah Eisemberg. Leqtor. Barcelona 2006. 20 euros. Colección de relatos.
3. El club de lectura de Jane Austin. Kaven Joy Fowler. Quinteto 2006. 7.95 euros. Novela.
4. Mujer que soy. Angelina Gattel. Batleby. madrid 2007. Antología de poesía española.
5. Cuatro poetas en guerra. Ian Gibson. Planeta. 23 euros.
6. Llámame Brooklyn. Eduardo Lago. Premio Nadal 2006. Booket. 8.50 euros.
7. Cuentos del libro de la noche. Sergio Pitol. Colección de relatos del Premio Cervantes.
8. Una habitación propia. Virginia Wolf.
9. La iliada. Baricco.
10.  Relatos cortos de Tenessee Williams Ed. Alba.
11.  Retratos. Truman Capote. Anagrama. -sólo he leído un para de capítulos en la biblioteca y me gustaría volver a leerlo.
12. Cuentos completos y viejas historias. Miguel Delibes. Editorial Menoscuarto. Palencia 2006.
13. La calle del paraíso. Gustavo Martín Garzo. El pasaje de las letras. 24 euros. Creo que refleja los paseos por Valladolid del autor.
14. Cuaderno rojo. Jiri Orten. Editorial Pretextos (también tiene el cuaderno azul y el jaspeado). No recuerdo nada sobre esta cita, pero es evidente que debió llamarme la atención por algún motivo.
15.  El crimen de los Monegros. David López. Novela actual.
16.  La dama de picas/Dubrovki. Pushkin. Alianza. 6 euros.
17.  Antología de relatos fantásticos argentinos. Espasa. 9.90 euros.
18.  La montaña mágica. Thomas Mann. Edhasa. Según la crítica es la última y mejor traducción que existe.
19.  Poema en viñetas. Dino Buzzatti. Editorial Gadir. Poemas y dibujos del genial escritor italiano. Una joya. Hasta ahora inédito en España. Lo publicó en 1969. Su formato es de cómic o novela gráfica.
20.  La casa del boticario. Adriar Mathews. Alfaguara. Promete ser una encantadora novela ambientada en Holanda.

Gabriel García Márquez

No teman, no voy a hablar del 40 aniversario de Cien años de soledad, aunque sus lectores sabrán que nunca se habrá dicho suficiente. He celebrado este particular aniversario leyendo otra obra de García Márquez,  Memoria de mis putas tristes. Una auténtica delicia. Siempre resulta un placer regresar a su particular prosa, rica y agil, que fluye mientras nos pinta su realidad latina, con esos personajes abandonados del amor y abanderados de la vida. Lo leí una tarde, por su brevedad y por la premura de conocer lo sucedido al nonagenario protagonista. Fue una tarde especial. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto con un libro. Y eso que el tengo ahora en las manos promete.... ya les contaré.