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anamayoral

Cometas en el cielo

Khalel Hosseini no me ha defraudado. Al igual que Mil soles expléndidos, esta novela, que ya fue llevada al cine, me ha trasladado a ese lugar que sólo conocemos por los atentados y porque se nos pinta como refugio de terroristas. Gracias a Hosseini, sabemos que no todo Afganistan son los talibanes, y que a través de las últimas décadas la población está sufriendo una opresión terrible, de rusos, integristas islámicos, y los que vengan. Pues me temo que como se queden solos las diferentes facciones y etnias, que tienen muchas cuentas pendientes, no se conformarán con que la paz se instale en tan machacado país. El autor nos enseña cómo fue Afganistán antes de que destruyeran su esencia y lo sembraran de niños huérfanos.

La novela también es un alegato a la amistad, de nuevo el mismo tema que impregnaba cada página de Mil soles expléndidos. Esta vez entre dos niños de etnias distintas. Y también es un libro sobre la culpa. El personaje protagonista arrastra una culpa inmensa que atenazará todos sus movimientos hasta que el destino le ponga en bandeja una oportunidad de redimirse. Una oportunidad para perdonarse a sí mismo.

Termino este libro y comienzo otro que ha salido recientemente, leí su reseña en alguna revista y hoy lo he sacado de la biblioteca. Se titula: La extraña desaparición de Esme Lennox, y es de Maggie O´Farrel. La autora incluye dos citas al comienzo de la novela, la primera de Emily Dickinson, un poema en el que dice algo así "En esto, como en todo,/ prevalece la mayoría./ Asiente y te considerarán cuerdo./Disiente, y de inmediato serás peligroso/ y atado con cadenas". Una gran verdad. Pero la segunda me ha llegado al corazón, por aquello de que soy la loca de las conexiones. Es de Edith Wharton: "Yo no podría ser feliz a costa de una injusticia cometida contra otra persona. ¿Qué clase de vida cabría edificar sobre tales cimientos?" Eso es lo que le ocurre a Amir, el protagonista de Cometas en el cielo. Tiene la sensación de que ha construido su vida sobre arenas movedizas, porque se cometió una injusticia y no hizo nada para evitarlo.

Si se desea leer una historia que te transporte a otra cultura, con sus fiestas ancestrales, sus comidas, sus costumbres familiares; si desea conocer la historia del país que sólo conocemos porque tenemos allí soldados, soldados que han dado sus vidas en esa tierra extraña -y ya esa es una razón de peso- y, por último, si desea acompañar a unos personajes muy bien perfilados a través de su vida, este es un  libro que, sin duda, dejará huella. Un poso amargo, pero necesario, como el té negro y espeso que toman los protagonistas. Además, por si fuera poco, está muy bien escrito. ¿Qué más podemos pedir?

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