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anamayoral

Obsolescencia programada

Bajo este complejo término que igual puede aludir a la caída de la hoja como a una planificación a largo plazo de lo que está de moda, se esconde algo que siempre habíamos sospechado que existía: los objetos, electrodomésticos y aparatos electrónicos están diseñados, de forma consciente, para que tengan un número limitado de usos. En un documental de La 2 que se titulaba algo así como Comprar, tirar, vender ... contaban la historia de las bombillas, que desde el principio duraban muchas más horas y fueron sustituidas rapidamente por otras que fallaban antes. Cualquier intento de vender productos de larga duración era abortado antes de que saliera a la venta, pues atentaba contra el nuevo modelo productivo.

En el reportaje exponían casos muy concretos: una impresora con un chip que llevaba un contador para el número de impresiones y que cuando alcanzaba el límite impedía que la máquina funcionase. O el de un i-pod cuya batería dejaba pronto de acumular energía.

No soy usuaria de demasiados chismes electrónicos pero sí de mi móvil, que utilizo más como agenda, cámara de fotos, calendario, despertador y radio en horas de insomnio que para llamar por teléfono. La batería está llegando a su fin y me da mucha rabia, porque no me apetece cambiar de aparato. De todos modos, aunque encuentre la batería me fallará el cargador, que también se está rompiendo en la zona de conexión. Los auriculares parecen sobrevivir a degeneración planificada, espero no dar ideas a los ingenieros.

Terminaba el programa con las imágenes de un vertedero de cacharros electrónicos en un país en vías de desarrollo, que con semejante panorama dudo se pueda desarrollar.

Algo tenemos que hacer para parar este consumo desmesurado y me temo que la única forma de hacerlo está en la educación. Por mi parte intentaré hacer lo posible, aportar mi granito de arena. Están en juego la salud del planeta y el sentido común.

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