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anamayoral

Escritores periodistas

 

El otro día una conocida me decía que ahora todos se dedicaban a escribir. Y cuando decía todos, se refería a los presentadores de telediarios. Le respondí que tal vez esos periodistas siempre quisieron ser escritores y que sólo ahora, cuando son reconocidos por su profesión, se pueden permitir el lujo de publicar en una buena editorial. Si lo hubieran intentado antes sus probabilidades de éxito serían menores o nulas.

Lo que ignora esta señora, del prototipo metralleta, que otro día explicaré, es que el escritor no decide serlo de repente, un buen día, como quien decide hacerse unas tortitas americanas para desayunar en lugar de las socorridas tostadas. El escritor siempre lo es aunque no ejerza. No se trata de una vocación, sino de un rasgo más del carácter de una persona: la necesidad de narrar. Y sólo cuando las condiciones son las adecuadas, ese rasgo se hace más patente llegando incluso a eclipsar a los demás. Todo esto es válido para aquellos que decidimos en su día buscarnos una profesión con la que asegurarnos el sustento y los caprichos, pero no para los valientes que apostaron únicamente por la literatura. Yo no tuve ese coraje. Probablemente porque se me daba fatal estudiar letras, especialmente lengua castellana, sobre todo la gramática. Por ello me dediqué a mi otra gran pasión, la ciencia.

El otro día leía una carta de una señora en un semanario en la que manifestaba su sorpresa ante un Ramón y Cajal fotógrafo. No le cuadraba la imagen de científico serio con la de artista. Yo le diría que investigase un poco más en la biografía de Cajal y también encontraría que era escritor. ¿Cuál es la explicación? Como dice mi amigo JuanLuis, de la tertulia Caleidoscopio, hay dos tipos de personas: las que se interesan por todo y las que se limitan a su trabajo y a su casa. Las primeras son, como JuanLuis, también personas de ciencia, que hacen música, pintan, escriben, y adoran ir a exposiciones, conciertos, bibliotecas, y en general a todos aquellos lugares en los que se respire cultura. Supongo que aquellos a los que les maraville que Mari Pau Domínguez o David Cantero sean escritores además de periodistas televisivos habría que considerarlos dentro del segundo tipo de personas. Personas que sólo conciben la condición humana como espacios estancos, del que no se puede salir. A mi esos cubiles me resultan cárceles y de ellas es preciso escapar para fomentar nuestra creatividad.

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