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anamayoral

Al pie de la escalera

A todas ellas y por que no sean más.

 

 Al pie de la escalera se quedó suspendido, como un hilo abandonado por una vieja araña. Aún en el aire percibía el leve perfume caro que la perseguía como una nube tenue rellena de flores cítricas. Tan sólo habían transcurrido treinta y dos segundos desde que el cuerpo de la joven escapara veloz escaleras arriba como si en vez de besarla la hubiese aterrorizado con una mirada cruel. Su silueta aún temblaba entre las sombras descolocadas del portal. El sonido de su voz, suave y penetrante, rebotaba entre las angostas paredes y él lo visualizaba como desordenadas notas musicales que se desvanecían en el aire. Pensó que, después de todo, había hecho lo correcto, que tenía que decirle que la amaba aunque aquello supusiera su pérdida definitiva. La había conocido en el trabajo. Ella siempre le trataba con cortesía, no como las otras que se burlaban de su torpeza Sin embargo, rechazó con una amabilidad desconocida sus invitaciones. Llegó a creer que la muchacha era aún más tímida que él y atribuyó al retraimiento las sucesivas negativas. Pero aquella tarde ella había perdido las llaves del coche. Llovía. Iba cargada de varios paquetes. Estaba cansada. Venció su timidez enfermiza y le pidió ayuda. Y él, feliz de brindársela, la llevó en su viejo coche de segunda mano. Cuando la ayudó a abrir el portal ella musitó un apenas audible "gracias" y él se abalanzó sobre su cuerpo para besarla provocando la caída de todos los paquetes. Su esperanza se fracturó como el cristal que contenían aquellas cajas y el consiguiente grito: "imbécil" le cortó la respiración. Ella echo a correr escaleras arriba dejando tras de sí los vidrios rotos y el rastro de su esencia. Y él se quedo al pie de la maldita escalera e imaginó su propio rostro, envuelto en un nuevo rechazo y pensó que no podría soportarlo. Abrió una de las cajas, cogió una de las botellas rotas que derramaba su rojo contenido sobre el mármol blanco del suelo y sacó la ganzúa del bolsillo derecho de su cazadora. Sabía cuál era su puerta.

2 comentarios

un alumno jeje -

c

anonimo -

muy bonito, no conocía esta faceta de ti y tu espectacular uso de los adjetivos que en cada linea me sorprenden