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anamayoral

Un día perfecto

 

Antes de entregarme a la frenética actividad del último cuatrimestre del año me regalo un día especial, diferente, en una enriquecedora soledad. Este deseo de encontrarme conmigo misma y no prestar atención más que a mis propios deseos nace de mi condición de mujer afortunada, que habitualmente tiene compañía, una compañía muy deseada.

Me levanté con el propósito de realizar un pequeño acto íntimo, necesario. Después continué con unas compras algo insólitas, para recorrer más tarde la ciudad como lo haría un turista, recreándome en su belleza y en el extraño vacío de los sábados por la mañana. Tomé un sandwich a la hora que lo tomaría un británico e inicié la lectura de una novela desde una cafetería que da a la Plaza Mayor. Ahora, ya en casa, escucho Papito, de mi adorado Miguel Bosé, e intento recopilar las sensaciones que esta mañana luminosa batida por el viento me ha provocado. Y soy feliz por estar de nuevo en la casilla de salida.

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