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anamayoral

Personas “metralleta”

 

En alguna ocasión les habré hablado de los vampiros psíquicos, ese tipo de personas que nos chupan todo el buen rollo y nos inoculan toda su negatividad y pesimismo. También les diría que huyo de ellos como de la peste.

Hay otro tipo de personas, por fortuna menos frecuente, que en cuanto te interceptan te someten a una bateria ininterrumpida de preguntas de las que no escuchan las respuestas. Los metralleta tienen la habilidad de cambiar de tema con una gran rapidez, sin esfuerzo aparente. Es como si llevaran la encuesta preparada desde su casa. Al principio contestas, por la educación que a ellos les falta, pero al final pierdes los modales y replicas con preguntas, como si fueras gallega, sin ningún tipo de piedad. Ellos no la tienen por ti.

Hace poco me encontré con una de estas personas. Ella me recordaba bien, yo nada, por lo que me disculpé. Y ahora no sé si fue cosa de mi mala memoria para los nombres o que mi mente quiso olvidar semejante encuentro.

Si se topan con uno de estas metralletas inhumanas no tengan remilgos, pregúnteles sin parar antes de que contraataquen y contésteles mal, que les va la marcha o ni se detienen a pensar en lo que les respondes.

Existe un tercer tipo de persona, al que no se cómo calificar. Tal vez preguntones egoístas. Son los que siempre inician la conversación con la misma pregunta. Pregunta que no es:¿cómo estás? Sino ¿dónde ó cuándo te vas de vacaciones? He descubierto que se trata de una fórmula de cortesía para comenzar a hablar, como el que habla del tiempo en el ascensor. En realidad les importa una puta mierda el tema de tus vacaciones. No retienen tu respuesta. Si los ves al día siguiente te lo volverán a preguntar. Ahora me da un poco igual, pero hace años, cuando me quedaba sin vacaciones por razones varias y todas ellas desagradables, me encontraba con este tipo de especímenes cuyo cerebro era como el agua, no se grababa en él ninguna de mis contestaciones. Y eso que yo lo estaba pasando fatal. No les daba ninguna pena, volvían a torturarme con la misma pregunta. Cuando ya, hasta las narices, les decía que ya me lo habían preguntado y ya les había contestado entonces hacían un mohín: “Lo siento, perdona” y encima me iba con cargo de conciencia a casa por haber sido tan borde. Yo sólo puedo decir, en mi descargo, que cuando pregunto algo es porque realmente me intereso por esa persona y me acuerdo perfectamente de lo que me dicen. Tal vez piensen que soy una maleducada porque nunca empiezo una conversación con ese tipo de preguntas. Y lo peor es que no puedo huir de estas personas, porque abundan más que las anteriores.

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