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anamayoral

Fotografía

El hombre parecía hundido en un mar ligeramente ondulante, cuyos reflejos eran producto de los rayos de un sol otoñal velado por las nubes. Los transeúntes caminaban sobre las aguas como dicen que caminó Jesús hace casi dos mil años. Pero el hombre de ropas raídas no conseguía emerger de la capa de petróleo oscuro que parecía cubrir el océano. Nadie se percataba de la soledad del hombre, de sus inútiles intentos de incorporarse, de sus lamentos que reclamaban la ayuda de los que parecían sordos o ciegos. El agua lo había atrapado con sus redes invisibles y sus pies se habían quedado anclados en alguna parcela de tierra desconocida.

Era un tullido, con amputaciones a la altura casi de los muslos, que se erguía dignamente sobre los adoquines barnizados de una lluvia reciente. El hombre navegaba en una instantánea de postguerra, rodeado por personas que tal vez tenían otros miembros segados por la contienda pero que aún caminaban en un día húmedo y oscuro, magistralmente retratado en blanco y negro.

Imagen aparecida en el dominical Semanal del 10 de septiembre de 2006.

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