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anamayoral

El unicornio imprevisible

Lo desconocido se convierte en omnnipresente por arte de magia, y esa magia no es otra que la literatura. Tras paladear  "La dama y el unicornio", ya saben que me acechan estos últimos, en lugares insospechados. El de la imagen (que no he podido colgar porque pesa mucho- me arrebató la respiración una mañana de abril, en un calle antiquísima de York. Entramos en una tienda, que no tendría menos de 500 años, y ascendimos al primer piso para aposentarnos en un salón diminuto iluminado por una pequeñísima ventana. Me volví para dejar mi chubasquero sobre la silla y allí estaba, juguetón y altivo, junto a la dama que me observaba desde su universo de flores. Ninguna de mis compañeras pareció percatarse de su presencia, y le pedí a una de ellas que lo fotografiara.

Hoy me arrepiento de no haberlo capturado en la tienda de recuerdos de la abadía de Whitby. En una de las paredes, un pequeño tapiz mostraba otra dama y otro unicornio. Estúpidamente pensé que no encajaría en mi casa, con su ambiente moderno, olvidando que sus colores y la calidez que emanaba me serían muy necesarios. Ni siquiere miré el precio. Tan sólo lo contemplé unos instantes, admirándome de que su adquisición fuera tan fácil. Y ahora me doy cuenta de que quizás esa facilidad fue la que me impidió valorar la posibilidad de comprarlo. Los sueños no se compran, ni tampoco la poesía. Sólo se posee el papel en el que están escritos y yo no soy digna de atrapar al unicornio en una pared ordinaria. En realidad, la presa soy yo.

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