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¿Aracnofilia? y de sopetón

Tropiezan mis ojos con el artículo de hoy en La Vanguardia del escritor Jordi Llavina (ganador del Premio Crítica Serra d’Or 2008), entre otros méritos. Y aunque el tema del que trataba su texto me llegaba a la fibra sensible, por aquello de que los escritores desconocidos lo tienen crudo para publicar, lo que me sorprendió fue la frase extraída de la novela inédita de David Monteagudo: El verraco. En ella dice que "la araña, sin previo aviso, se descolgó del techo, abalanzándose sobre mí como un enorme péndulo". Horas antes, una araña, también sin tener la delicadeza de avisarme, se descolgó entre mis ojos y la pantalla del ordenador en mi despacho. Coincidencias.

Por otra parte, ignoro cómo la araña podría comunicarnos sus intenciones, más que nada porque son muy silenciosas, y a no ser que veas su delicada tela  el susto está garantizado. El pasado domingo, buscando un paquete de leche solitario en el interior de una caja vi brillar la seda de una de esas trampas. Pero no hice caso a la advertencia. Al ir a coger el paquete salió, de sopetón,  una araña de unos 8 cm de diámetro, patas gruesas y peludas, que provocó mis gritos y me inhabilitó para su caza. Cuando ya se había escondido me di cuenta que debía cargármela, sin compasión. Y no es que una sea una sádica, es que mis arañas tienden a pasearse, sin previo aviso, ante las visitas. justo cuando la cena ha concluido y la gente le da a lo chupitos -con el consiguiente peligro de verlas por partida doble-. Es entonces, a partir de las 23:30, cuando deciden cruzar, veloces, la tarima del salón. Su cuerpo destaca sobre el pálido color de la madera y provoca la hilaridad de unos, el pánico de otros y a mí un bochorno terrible. Da la impresión de que las tengo amaestradas.

Entonces entenderán porqué debo liquidarla sin contemplaciones y por qué he salido, del despacho, a contar mis penas a la conserje, en lugar de eliminar a esta nueva araña. Así que ahora tengo doble tarea.

Me gustaría saber qué le ocurrió al personaje de David Monteagudo. Desde aquí le deseo toda la suerte del mundo para que su obra sea publicada.

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