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anamayoral

La descomposición de los cuerpos

Siento hasta un dolor físico, inexplicable y cortante como un cuchillo bien afilado. Y no es que Faulkner me decepcione, no. Tengo una de sus novelas comprada desde hace tres años. La conseguí en uno de esos puestos callejeros en los que los domingos venden restos de series a precios de saldo. Ya no recuerdo si pagué dos o tres euros por El villorrio. Pero cometí un gran error: guardarlo hasta que llegara el momento adecuado, sin saber que tal vez ése era el momento adecuado. De forma deliberada suelo retrasar la lectura de ciertos libros muy deseados porque una vez leídos se habra quebrado el misterio que encierran, y entonces será preciso encontrar otro sueño que perseguir. Pero esta vez me equivoqué. El ejemplar de El villorrio  está impreso en letras diminutas, letras que en el año 2003 era capaz de leer. Hoy confieso que el libro me cansa y no es por Faulkner, es que necesito gafas de cerca. Supongo que en la vida este es un punto de inflexión importante -¡pero aún no he cumplido los cuarenta!-. Mientras podamos leer sin gafas es como si todavía viviéramos en un camino llano, recto, sin altibajos. En el momento en que la imposibilidad de leer un mapa de carreteras nos convierta en Mr Magoo, comenzará un lento -espero- declinar a lo que será la degeneración inevitable de los cuerpos. He de confesar que me sienta peor que las arrugas o la celulitis -cayendo un poquito en la chick-lit-.

Lo mismo les ocurre a los coches. Un día se cae el espejo retrovisor, otro se despega la goma de una puerta y al final el vehículo que con tanto esmero te transportaba se va descomponiendo cada vez a mayor velocidad, siguiendo el inexorable camino de la entropía.

Como deseo leer a Faulkner y esto ya no tiene remedio, creo que me procuraré un ejemplar con mayor tamaño de letra. Será otra novela distinta y reservaré El villorrio para cuando ya no pueda prescindir de las lentes de aumento. Y preservaré el misterio.

2 comentarios

Amaya -

No conozco el disco de Young, y claro que me gusto más ahora que hace veinte años, pero es que una está harta del tema de la vista. Nunca he visto bien de lejos, es más, jamás he podido leer la puñetera última fila de letras que te ponen para graduarte la vista. Desde aquí lanzo un mensaje a quien pueda decirme qué letras son las que aparecen, diminutas como excrementos de mosca, desafiando nuestras capacidades visuales. Me gustaría saberlo más que nada para darle una sorpresa a mi sufrido óptico, al que martirizo con cuestiones varias. Seguro que se llevaría una sorpresa descomunal. Como a la autora, me espanta no poder leer sin artilugios, leer es parte de mi vida, tan necesario como respirar. Las arrugas son sólo la experiencia dibujada en la piel, los surcos de los caminos recorridos, las huellas de los dolores o de las risas.

El Gusano -

Hay un disco de Neil Young - muy bueno - cuyo título se ha grabado en mi memoria: "Time fades away", el tiempo de esfuma, se desvanece como en la niebla. Otra frase, lapidaria, es "cada hora hiere, la última mata".
Pero no todo son desventajas, al decaimiento del cuerpo pueden corresponder hábitos de vida más sanos, y experiencia, y otra manera de verlo todo. Nuestras mentes siguen creciendo, me gusta más la que tenga ahora que no la de hace veinte años. Y lo demás, pues otra ciencia es, la de madurar sabiamnete y aceptando, y comprendiendo.