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anamayoral

La biblia de barro JULIA NAVARRO

Me parece una novela valiente, mucho mejor que La hermandad de la sábana santa, que pone de manifiesto una realidad que uno se imagina, pero que en el fondo desea que no sea cierta: la existencia de seres malvados sin escrúpulos. No es un libro más secretos relacionados con la iglesia que harán tambalearse a la humanidad sino mucho más seria.

Me ha gustado muchísimo más que La hermandad de la sábana santa, que incidía en un terreno un tanto trillado por otros novelistas, y que ya cansa, que es el de las hermandades y la custodia de secretos tipo el Código da vinci y otros. Una de estas novelas está bien, pero tantas ya cansan.

Sin embargo en La biblia de barro, Julia Navarro pone de manifiesto sus dotes como periodista y su conocimiento de la política internacional para ilustrar una historia terrible que aconteció durante la segunda guerrra mundial y los tejemanejes económicos que son el trasfondo de todas las guerras, en este caso conectando con la guerra de Irak. Observando la tragedia en Haití me imagino que ya habrá una serie de personajes frotándose las manos y repartiéndose el botín de la reconstrucción de este país castigado por la esclavitud, la explotación, la corrupción, el olvido y ahora un tremendo terremoto. Estos personajes probablemente sean los mismos que se las prometían felices en los meses previos a la invasión de Irak. Ya se sabe que las guerras y las catástrofes destruyen a miles de personas, pero siempre existe una minoría dispuesta a hacer negocio con el sufrimiento de los demás. Esperemos que no se olviden de Haití después de unas semanas, como solemos olvidarnos de lo que ya no aparece en la prensa diaria.

Hay quien dice que la autora se aprovechó de la tragedia de Irak, yo soy de las que opino que dada la confusión internacional sobre el origen de la guerra, los falsos motivos de la misma y el desastre al que se ve abocada la población, es necesario que se escuchen las voces que nos abran los ojos, aunque lo que veamos no nos guste y nos parezca el máximo exponente de la depravación humana. No debemos mirar a otro lado porque la tragedia no nos salpique directamente.

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