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anamayoral

Más literatura en Whitby

Más literatura en Whitby

Ya sé que llego un poco tarde. Llevo varios días sin colarme por este espacio irreal pero tan concurrido, incluso más aún que las plazas reales. Últimamente me llueven las propuestas interesantes, tanto de lecturas como de citas culturales y resulta difícil decantarse. He retomado una novela que me prestó una amiga, he dejado a Drácula en la mesilla con la esperanza de que no me muerda la yugular mientras duermo. Por si acaso le he dado la vuelta al ejemplar. La verdad es que no me atrevo a leerla. No por miedo al miedo, sino a la decepción. El prólogo, extenso y demasiado detallado -hay más notas al pie y tienen más palabras que el propio texto- pone los dientes más largos que los de los vampiros cinematográficos y puede que me ocurra como con La montaña mágica -con el permiso de los que adoran esta novela-, que no pude con ella. Pero cuando termine con la novela pseudohistóricaeróticoamorosa que tengo entre manos volveré al señor oscuro dueño de la noche.

El prologuista de Drácula reflexiona sobre el carisma del personaje, en qué reside su atractivo, porqué ha fascinado a tantos lectores. Llega a la misma conclusión que cuando se analiza la película Alien. Esta película resiste más que dignamente el paso de los años, es una obra maestra del cine de terror. Y como en Drácula el misterio reside en que el monstruo apenas se ve. sólo se intuye, se le oye, se ven sus huellas y sus crímenes, pero se oculta a nuestros ojos. Este misterio es el mismo que nos hace temer la oscuridad cuando somos niños, porque esconde posibles amenazas imposibles de calibrar. Seguramente las películas no han hecho más que contaminar esa idea de Stoker de hacer invisible a Drácula, pues al parecer nunca habla en primera persona son otros los que hablan por él. Es esta pues una buena pista para los que gustamos de escribir, de fabular y crear historias que atrapen a los lectores, deberíamos  tejer una tela en la que la araña nunca fuese visible y tan sólo se percibieran los temblores de los hilos con sus idas y venidas por la red.

 

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