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anamayoral

8 de marzo. Día de la mujer que no escribe.

Hay mujeres que no pueden escribir. Cuando eran niñas fueron sacadas de las escuelas para cuidar a hermanos menores o para hacer las labores de la casa. Con suerte, aprendían a leer bajo las sábanas, a escondidas, ayudadas por la luz de una linterna. Las más valientes se atrevían incluso con los libros prohibidos por la Iglesia: su lectura era pecado porque los autores estaban excomulgados por el Papa. Uno de ellos era tan inofensivo como Alejandro Dumas.
Desde que puedo recordar, he visto a algunas de estas mujeres leyendo, y mi primer deseo consciente fue aprender a leer. Mi madre es una de esas mujeres. Es capaz de inventar historias surrealistas, brillantes y divertidas. Aunque no las plasma en un papel, las narra de forma extraordinaria. Domina todos los artificios de un buen relato, pues sabe cuándo debe hacer una pausa, cuándo esconder algún detalle para sorprender al final a los oyentes. A veces le digo que debe grabarse, para que no se pierdan sus historias, para que otros las disfruten.
Como es una lectora voraz, ha logrado atesorar muchos conocimientos, de tal modo que sabe más de muchos temas que algunos que ostentan títulos universitarios. Su sensibilidad no tiene límites, ni su inteligencia, nada se le escapa.
Por eso me gustaría dedicar este día a las mujeres que no escriben en un cuaderno ni en un ordenador porque no les permitieron estudiar en una escuela. Día a día inventan cuentos maravillosos que imprimen en nuestra memoria y en nuestros corazones.
12/3/03

1 comentario

manoli -

Ana, muchas gracias por acordarte de las mujeres, entre las cuales me encuentro, que teniendo pasión por la lectua no pudimos hacerlo con la frecuencia deseada. La supervivencia de la familia nos requeria con mas asiduidad que la que nos correspondía como niñas y eso, aunque no o parezca, nos llevaba a jugar y emplear el tiempo de ocio en otras cuestiones que poco tenian que ver con la lectura.

Hemos sobrevivido a ese tiempo y ahora podemos leer con mas tiempo y dedicación. Ahora que los ojos nos aguanten tanto como nos gustaria leer.