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anamayoral

otoño

Desde mi despacho veía como dos caballos pastaban los verdes brotes que el otoño había regalado al paisaje agreste de Castilla. Los chopos derramaban láminas de oro frente a un sól inesperado. Hoy la niebla lo atenaza todo, y no es una metáfora sino una realidad palpable y gélida que moja el corazón. Tengo la sensación de vivir en una nube en la que el tiempo se ha detenido y necesito que el tiempo se estanque en una laguna clara, en calma, en la que no exista más que el rumor templado de las aguas. Sólo deseo un día de lectura, de escritura gozosa, un día de pesca en el que capture poemas y cuentos, volver a mi casa con el cesto cargado de nuevos seres que le he robado a la naturaleza. Sé que ocurrirá, y que esos entes aún sin forma palpitan en cierto modo en mi cabeza, y que en algún momento tendré la serenidad necesaria para hacerlos míos. Por ahora sólo atrapo estas frases, que ignoro si interesarán a alguien, pero que me permiten mantener un débil hilo, una conexión con el otro mundo en el que a veces habito, el abismo que ahora niego, la brecha que me separa de los otros y que no siempre te lleva a lo más alto pero da sentido a la existencia: la literatura.

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