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Nieve y silencio, de David Lorenzo Magariño

David Lorenzo Magariño presentó ayer al público burgalés su novela corta Nieve y silencio. A pesar de la brevedad del género, su obra permanecerá para siempre en mi recuerdo porque como decía Inés Praga, David es capaz de desnudar el alma y de sacar a la luz los sentimientos que todos ocultamos. Nieve y silencio es una novela de escasa acción, plagada de reflexiones sobre la vida y la muerte.             Inés Praga, profesora de literatura de la Universidad de Burgos, nos sorprendió con su verbo ágil, certero, no exento de sentido del humor. La verdad es que ayer envidié de nuevo a David, no sólo por escribir como lo hace, sino por no tener la oportunidad de acercarme a Inés Praga una tarde de lluvia para hablar de literatura. Yo sí que aceptaría ese té, no me gusta la cocacola light, y no le ofrecería los cigarrillos que ella ya no fuma, pues hace tiempo que desterré al tabaco de mi vida terrenal -aunque he de confesar que no de la onírica, pues de vez en cuando fumo en sueños-. Inés Praga dijo que hay escritores de interiores y de exteriores. David, claramente, es de los que desgrana el interior del alma humana, yo soy más de exteriores, prefiero narrar historias, perfilar personajes para que vivan después en los recuerdos de los lectores. No obstante, a mí me gustaría escribir como David, ser capaz de componer una obra que conmueva profundamente a todos aquellos que la lean. Sin embargo mis capacidades creativas no van por esos derroteros. Tal vez mi destino literario sea divertir y entrener, algo no menos noble aunque pueda parecer superficial. La literatura no sólo es arte sino también evasión, y si consigo que alguien se olvide de sus problemas mientras lee mis cuentos creo que mi trabajo ha merecido la pena.Por otra parte, Eliseo González intervino, con el tono intimista que le caracteriza, y nos leyó los fragmentos finales de Nieve y silencio. No atentó contra la buena costumbre de ocultar el desenlace, pues el final no es nada más -ni nada menos- que un conjunto de pensamientos a modo de aforismos que remueven los cimientos del corazón. Sólo voy a citar uno de ellos que dice algo así: "Anhela algo el tiempo suficiente y ya no lo querrás". David, ¿de dónde sacas estas cosas con tan sólo veinticuatro años? Yo he necesitado muchos más hasta llegar a ese convencimiento doloroso que luego se convirtió en liberación triste, pero liberación al fin y al cabo.No quiero olvidarme de Jorge Villalmanzo, entrañable poeta al que todos llaman para que vista de colores luminosos las presentaciones. Porque Villalmanzo es capaz de soltar las perlas más brillantes y provocar la hilaridad de la audiencia con esa cercanía que sólo da la naturalidad y su amor por la literatura. He pasado unos ratos increíbles leyendo su  Un japonés en mi interior.Cierro esta larga intervención con las palabras de Pessoa en Desasosiego, que brotaron ayer tarde de la boca de Inés Praga, perdónenme por la falta de exactitud: es difícil conjugar el oficio de escribir y el de vivir. El arte y la vida son enemigos implacables. 

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