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anamayoral

Un 23 de abril extraño

Últimamente mi vida está llena de casualidades y de unicornios. Pero hoy sólo hablaré de la curiosa conversación que mantuve el día del libro mientras volaba a Londres. Fue un viaje inusualmente cómodo, en la zona de las salidas de emergencia del avión. A mi derecha se sentaba un hombre de rasgos asiáticos. Se mantuvo callado todo el viaje. Pero cuando estábamos a punto de aterrizar se dirigió a mí en un perfecto español. Me dijo que era japonés, y que viajaba con mucho frecuencia de Madrid a Londres por asuntos de negocios. Llevaba un pequeño librito impreso en los caracteres que nos resultan tan incomprensibles a los occidentales. Por corresponder a su amabilidad le dije que me había convertido en una lectora de Murakami. Para mi sorpresa, el pequeño librito de cubierta color marfil resultó ser de este autor. Rápidamente me habló de la novela, la cual yo no he leído aún, y conversamos sobre la facilidad de este autor para llegar a los entresijos del alma humana,su capacidad para emocionar así como la universalidad de los sentimientos que describe, independientemente de las culturas. Hablamos también del clásico japonés que también había leído recientemente, de la belleza del libro de Kenji, que aún tengo pendiente por leer, incluso de los haikus. Cuando los nombré, sus ojos rasgados se iluminaron y rápidamente me recitó la estructura de estos poemas de sólo tres versos.

En éste último viaje me han ocurrrido muchísimas cosas. He tenido encuentros increíbles, como el de este hombre de negocios japonés que ama la literatura. He visto varias veces al unicornio, lo cual no deja de ser maravilloso. He conocido los paisajes que Enyd Blyton describía en los libros que muchos hemos devorado en nuestra infancia. Por fin he probado la cerveza de jenjibre, el puding de Yorkshire y el chutney. He tomado el té en un lugar maravilloso, imposible de mejorar salvo si se está con la persona amada -que en este caso me faltaba-, incluso he estampado mi firma en el mismo libro en que la Reina Isabel dejó su rúbrica el mes pasado. He visitado un pueblo muy concurrido por los adoradores de vampiros y el castillo en que se rodó Regreso a Howads End. Tambien he tenido la oportunidad de caminar dos horas por el centro de Londres bajo el sol, y de recorrer la estación desde la que Harry Potter viajaba a Howarts.

He de decir que mi opinión sobre los ingleses ha cambiado mucho y para bien. Nos han tratado con mucha amabilidad y su hospitalidad ha sido inmejorable. Tan sólo la falta de limpieza es lo único que puedo criticar. Tanta moqueta enmohecida y polvorienta ha empeorado bastante mi asma, sobre todo en el hotel. No me gusta nada circular por la izquierda, la sensación es de continuo peligro e inseguridad.

Poco a poco iré narrando todo lo sucedido durante esta semana tan intensa, compartiendo azares y reencuentros nostálgicos. Hasta pronto.

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