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El otro curriculum, por Amaya Campos

 

Ana Mayoral nació en Madrid, el mismo año en que los Beatles inundaban las emisoras de radio con su Lucy in the sky with diamonds, aunque no la llamaron como a la hembra de Australopithecus que se descubrió en el antiguo lecho de un río africano. Sus padres le pusieron el nombre de la princesa de un cómic de la postguerra: El guerrero del antifaz, lo que no deja de ser hermoso.

Desde muy pequeña le fascinaron dos cosas: las hormigas y las letras, ambas negras y diminutas. A causa de ellas ha perdido algunas dioptrías que oculta con lentes de contacto; gracias a ellas han transcurridos los años, entre su dedicación a la biología y su amor por la literatura. A los siete años escribía cuentos para sus compañeros de colegio, bellamente ilustrados con los dibujos de su hermana Maika. Más tarde la poesía, en la interminable adolescencia, sería su tabla de salvación. Después dedicó más de quince años a la ciencia y a la enseñanza. Olvidó el placer de la escritura, pero nunca dejó de leer. Su marido siempre le animaba para que inventara sus propias historias en lugar de devorar de forma compulsiva las de otros. Gracias a Loly Fernández, que le descubrió el taller de escritura creativa, a todos los componentes del mismo: Paloma Fernández, Sonia Martínez, Matilde Sedano Galerón, Pilar Martínez, Carlos Bolinaga, Rubén de la Peña, etc. y a sus compañeros de la enseñanza Blanca Ballesteros y Barsén García Poza, ha recuperado esa antigua pasión. Sólo desea que los posibles lectores se diviertan y pasen un buen rato leyendo sus historias. No pretende nada más que entretener.


Amaya Campos     Chulo     abril 2005

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