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anamayoral

Desvaríos antes de dormir

Ultimamente se me ocurren muchas cosas cuando me voy a dormir. Pretendo recuperarlas al día siguiente, para plasmarlas en esta bitácora. Pero o bien son poco interesantes y se duermen para siempre conmigo o bien es que mi memoria es como la superficie del mar: no se puede escribir sobre él.

Un día quería escribir acerca del problema del guante de goma derecho. Sí, ese guante que se rompe antes que el izquierdo -en los zurdos al revés-. Deberían vender los guantes sueltos, de tal modo que pudieras comprar el que te falta y seguir usando el que permanece nuevo.

Otro día quería escribir sobre los pendientes viudos. Tengo muchísimos. Deberían venderlos por tríos en vez de en pares. Ya no compro pendientes. Sé que los perderé o se los ragará el aspirador así que me ahorro el gasto y el disgusto. Si los vendieran por tríos me sentiría mejor, pues siempre me quedaría otro en la recámara.

Otro día pensaba en las canciones infantiles. Esas que me cantaron y que mi memoria no acierta a encontrar entre tanta información almacenada. Y acabo de leer sobre el exceso de información en una revista profesional. Es un problema que nos acucia a todos desde hace años. Tenemos un exceso de información imposible de digerir. Y más aún ahora que hasta en la radio hay facebook y twitter, ya no nos conformamos con los individualistas blog. Lo último es un proyecto de unos estudiantes universitarios andaluces que van a diseñar unas cepas de bacterias capaces de sumar. Una entiende lo de los biobriks, paquetes de información que encajan como las piezas de un lego, pero no como conseguir que sumen. ¿Alguien puede explicármelo?

Tal vez debiera realizar una exposición de pendientes viudos, guantes de goma izquierdos impecables y fragmentos de canciones infantiles.

Tal vez, así, aparecería algún zurdo y podríamos hacer negocio. Quizás llegara otra persona con otros pendientes viudos gemelos al mío y podríamos reunirlos. A lo mejor -no me gusta el término igual en este contexto- alguien podría rellenar esos huecos de mi memoria para tener completas las canciones que me hicieron feliz.

Me veo desvariando sobre temas absurdos, como Carrie en su columna, sólo que yo no vivo en Nueva York, no hay un Big -¿se escribe así?- que me rompiera el corazón y soy incapaz de calzarme unos Manolos.

 

Siiiiiii Ahora recuerdo. Quería escribir sobre los colores y el termómetro de la felicidad. Lo dejaremos para otro día.

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