Blogia
anamayoral

Entrevistas que llegan al corazón

Siempre hojeo los periódicos comenzando por la última página. Supongo que es una manía muy corriente desarrollada para llevar la contraria. Durante estos últimos meses hojeo -insisto, porque casi no me da tiempo a leer nada- varios periódicos al día debido a un proyecto que estamos llevando a cabo en el trabajo. Por esa razón, estoy empezando a conocer algunos de ellos que nunca habría abierto. Supongo que no estoy libre de prejuicios, en mi descargo diré que la falta de tiempo ma haya decantado hasta ahora por el más afín a mi pensamiento. Dicho esto, el día 22 de enero apareció en la contraportada de La Vanguardia una entrevista que me caló en el alma. Antonio Isasi-isasmendi, guionista, director y productor de cine, relataba su larga vida -82 años-, vida que supera en cualquier caso a cualquiera de sus magníficos guiones. Acaba de publicar sus memorias (Los días grises,  Ed. Aguilar) y en ellas desgrana una increíble historia, comenzando por la de su madre y la suya propia.  A su madre la casaron a los 17 años con un industrial catalán, el cual parecía estar enamorado de otra, y en lugar de tenerla como amante, se llevó a su mujer -una adolescente- a Argentina y la abandonó allí. De ser cierto, me parece algo atroz. No puedo ni imaginarme qué puede sentir una muchacha de 17 años abandonada en otro país en los "felices" años 20. La mujer salió adelante y no le fue mal del todo hasta que un golpe del destino la volvió a tambalear. El mismo guionista ha tenido una vida azarosa y también el destino se ha cebado con él hasta en dos ocasiones.

Les recomiendo que busquen la entrevista en alguna hemeroteca, o en su defecto que lean sus memorias. Él mismo podría haberlas llevado al cine, porque su historia es mucho más intensa que muchas otras que pueblan las carteleras. Sin embargo entiendo que no lo haya hecho aún. Las historias que contamos son invenciones, matizadas a veces con pinceladas de algún personaje secundario real, una ambientación que conocemos bien, pero existe cierto pudor a mostrar lo más íntimo por extraordinario que pueda parecer a los otros. Esos episodios vividos se quedarán para los que los protagonizaron, porque son demasiado hermosos para ser distorsionados en una pantalla, o tal vez se plasmarán en unas memorias, para que no se pierdan cuando los demás van desapareciendo y ya no quede nadie para recordar. A veces pienso que resulta conveniente poner los recuerdos en su sitio, porque se corre el riesgo de que el tiempo los decolore y los desubique, dudando qué fue real y qué fue soñado.

 

 

0 comentarios