Blogia
anamayoral

CHISMES ELECTRÓNICOS

Leo en el periódico que la próxima semana habrá en la ciudad una conferencia sobre una nueva patología, la de los adictos a los nuevos engendros electrónicos que salen al mercado. supongo que todos conocemos a algún fanático de los ipod, navegadores, móviles que hacen cualquier cosa imaginable, etc. El que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Mi amiga Amaya Campos es adicta a los bolsos. Sustituyó el vicio del tabaco por la adquisición de estos complementos. Posee un armario lleno. Pero al menos sus pulmones hace tiempo que están limpios y esponjosos, como debe ser.

Yo por no tener, no tengo ni DVD. Escribo en un viejo ordenador del cual ignoro casi todo. No  me pregunten cuál es el tipo de procesador, ni qué memoria RAM tiene. A mi me sirve porque de momento almacena todas los textos que escribo sin sonrojarse, sin protestar ni pedir nada a cambio. El pobre está tan viejito que no soporta ni internet. Intenté instalarla y fue la única vez que se me ha revelado. Se rompió. La pantalla se quedó negra, como negras fueron mis lágrimas de desespero. Menos mal que siempre hay alguna amiga caritativa que te arregla el desaguisado. Y es que a mi PC le ocurre lo mismo que a mi, no nos van demasiado las nuevas tecnologías. Estoy anticuada, lo sé, lo confieso. Prefiero escuchar música en un CD, de un buen equipo, y que el sonido inunde la casa como si fuera el estruendo de las olas del mar. Empleo el vídeo VHS -no soy tan carca como para conservar un beta o un 2000- para grabar las películas de La2, que siempre ponen a horas intempestivas -excepto los sábados, no se pierdan a las 22:00 el cine negro, un verdadero regalo-. Con eso tengo suficiente, a veces se me acumulan las películas por falta de tiempo. Por eso, ni se me ocurre descargar pelis por la red, prefiero ver los estrenos en el cine, y me horroriza la idea de ver una peli en el ordenador.

Como ven, no corro peligro de engancharme a la tecnología, aunque tampoco me niego totalmente a utilizarla. Se escribe muy bien en un cibercafé, tomando un cortadito y escuchando el sonido de las teclas aporreadas por los internautas. Es lo más parecido a escribir sobre una mesa de mármol en un antiguo café de esos que con verlos ya inspiran.

 

0 comentarios